jueves, 19 de septiembre de 2013

El comienzo de la virtud

En épocas pasadas, anteriores a la Grecia de Sócrates, las personas estaban diferencias por dos palabras que, actualmente, han perdido todo el significado de entonces: homo y virtus.
La palabra "homo" (hombre) comparte su raíz con la palabra "humus" (suelo, tierra), por lo que hoy se entiende que Hombre quiere decir "ser de la tierra". Sin embargo, si profundizamos un poco más, "humus" es la sustancia que se encuentra en la parte superior de los suelos que proviene de la descomposición de restos orgánicos. Es decir, podemos interpretar que Hombre quiere decir "ser descompuesto".
"Virtus" es virtud. Virtuoso, es sinónimo de "feliz", aquel que tiene la fuerza para mostrar su propia personalidad y se presenta ante el mundo con autenticidad. El "vir" era el señor, el aristócrata, el guerrero, el que no es propiedad de nadie.
En este punto, diferenciamos que el "hombre" era el esclavo, la escoria cuyo conducta era la "humánitas"; y el "virtuoso" era el ser libre y auténtico cuyo código era la "virtus".

¿Qué ocurre entonces desde Sócrates para que estas palabras se desliguen de su signficado? Aparece la figura del sacerdote judío que incita a sufrir en este mundo y a postergar la felicidad para el otro, por lo que la "virtus" se va convirtiendo en renuncia.

¿No es hora de comenzar a ser virtuosos?


"Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación (...) en el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al ‘propio sentido’".
(
Hermann Hesse, Obstinación. Escritos autobiográficos).

Mis agradecimientos a Alejandro Martín por la documentación aportada. Su blog: http://amartinnavarro.blogspot.com.es

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