lunes, 30 de diciembre de 2013

22

Para terminar el año, un poema de aquél que da nombre a la dirección de este blog.

Y tú, mar…… También me entrego a ti.
Sé quién eres muy bien.
Desde la playa veo tu mano invitadora que me llama.
Creo que no quieres retirarte sin acariciarme.
Bien. Haremos un viaje juntos.
Aguarda a que me desnude y llévame contigo hasta perder de vista la tierra.
Arrúllame y déjame dormir y soñar en los blandos cojines de tus olas,
úngeme con tu amorosa espuma,

Yo te pagaré con amor.
Mar dilatado de bruñidas lontananzas,
mar de largo resuello convulsivo,
mar que eres la sal de la vida
y la tumba abierta siempre para todos;
mar delicado y caprichoso,
aullido y catapulta en las tormentas,
yo también soy como tú: único y plural.

También yo tengo flujos y reflujos,
también yo llevo en mis entrañas el odio y la paz,
y glorifico a los amigos
y a los que duermen abrazados.
Yo soy quien atestigua la simpatía.
(¿Haré solo el inventario de mis cosas y me olvidaré de la casa que las contiene?)
Yo no soy sólo el poeta de la bondad.

Soy el poeta de la iniquidad también.
Y no me avergüenzo.
¿Qué alboroto es ése?
¿Quién discute sobre el vicio y la virtud?
Me empujan el mal
y el deseo de reformar el mal:
pero yo no me muevo.
¿Soy yo un inquisidor?
Yo no soy más que un hombre que riega las raíces de todo lo que crece.

¿Teméís que a la terca fertilidad de la vida le salgan escrófulas?
¿Creéis que las leyes celestiales están todavía en el crisol y que aún pueden ser rectificadas?
Encuentro equilibrio en un lado solo
y en el antípoda también;
me sostienen las doctrinas firmes
y las doctrinas deleznables;
y en nuestros pensamientos
y en nuestros hechos actuales
están nuestro arranque y nuestro vuelo.

Ningún tiempo es tan grande para mí como este minuto de hora que me viene al través de millones de siglos.
Que te hayas comportado bien en el pasado
y que te comportes ahora bien,
no es nada asombroso.
Lo asombroso es que existan siempre y se reproduzcan el ruin y el hombre sin fe
.

(Walt Whitman, "Canto a mí mismo").


Original


You sea! I resign myself to you also—I guess what you mean,
I behold from the beach your crooked inviting fingers,
I believe you refuse to go back without feeling of me,
We must have a turn together, I undress, hurry me out of sight of the land,
Cushion me soft, rock me in billowy drowse,
Dash me with amorous wet, I can repay you.

Sea of stretch’d ground-swells,
Sea breathing broad and convulsive breaths,
Sea of the brine of life and of unshovell’d yet always-ready graves,
Howler and scooper of storms, capricious and dainty sea,
I am integral with you, I too am of one phase and of all phases.

Partaker of influx and efflux I, extoller of hate and conciliation,
Extoller of amies and those that sleep in each others’ arms.

I am he attesting sympathy,
(Shall I make my list of things in the house and skip the house that supports them?)

I am not the poet of goodness only, I do not decline to be the poet of wickedness also.

What blurt is this about virtue and about vice?
Evil propels me and reform of evil propels me, I stand indifferent,
My gait is no fault-finder’s or rejecter’s gait,
I moisten the roots of all that has grown.

Did you fear some scrofula out of the unflagging pregnancy?
Did you guess the celestial laws are yet to be work’d over and rectified?

I find one side a balance and the antipodal side a balance,
Soft doctrine as steady help as stable doctrine,
Thoughts and deeds of the present our rouse and early start.

This minute that comes to me over the past decillions,
There is no better than it and now.

What behaved well in the past or behaves well to-day is not such a wonder,
The wonder is always and always how there can be a mean man or an infidel.  
 
(Walt Whitman, "Song of myself").

viernes, 13 de diciembre de 2013

Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, tengo razón.

Entendemos la razón como algo que va más allá de haber acertado en nuestras predicciones o enunciados. Es nuestra, puede que breve, supremacía sobre otros, y es eso lo que la hace tan deseada. Schopenhauer nos ayuda a ello en su libro "Dialéctica erística o el arte de tener razón" en el que expuso 38 estratagemas con los que tener razón lícita o ilícitamente. 
 Ese "te lo dije" con el que se nos llena la boca de orgullo y vanidad es la manifestación física de lo que os hablo. La palabra razón proviene del latín "ratio" que a su vez significa división. En muchas ocasiones, cuanto más defendemos nuestra razón, mayor se hace el cociente de esta división y más nos separamos de las visiones de los demás. 

No quiero hablar de la razón científica, económica, política... porque esas se tienen, no se tienen o incluso se pactan o se compran.   Yo quiero ahondar en aquella que tiene que ver con el desarrollo personal. A veces, la frustración, incluso la ira, nos corroe por dentro cuando la persona que tenemos en frente no atiende a nuestras razones - las más válidas, por supuesto, porque como decía Descartes "No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente." - La pregunta es, ¿merece la pena ese desgaste mental, e incluso emocional? ¿es acaso relevante para nuestras vidas la mayoría de las discusiones en las que nos enzarzamos por tener la razón? Sin embargo, nos desvivimos con muchas de ellas y cuando ninguno acepta la razón del otro aparece la resignación. Por si fuera poco, llegamos a esperar que el tiempo ponga a cada uno en su lugar, y a nosotros con la verdad...que es en lo que traducimos la razón al final de todo. Cuando somos conocedores de que "poseemos" la verdad, nos sentimos reconfortados y aliviados, como si tanta querella hubiera merecido la pena, sin darnos cuenta de que esa paz (sólo mental) está bastante alejada de aquella que proporciona una verdadera felicidad.

¿No es hora de encontrar la felicidad más allá de la razón?

"¿Cuál es el origen de esto? La maldad natural del género humano. Si no fuese así, si fuésemos honestos por naturaleza, intentaríamos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la opinión que previamente mantuvimos, o a la del otro; eso sería indiferente o en cualquier caso, algo muy secundario. Pero ahora es lo principal. La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar que aquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero lo del adversario. Tras esto, cada cual no tendría otra cosa que hacer más que esforzase por juzgar rectamente, para lo que primero tendría que pensar y luego hablar. Pero junto a la vanidad natural también se hermanan, en la mayor parte de los seres humanos, la charlatanería y la innata improbidad. Hablan antes de haber pensado y aun cuando en su fuero interno se dan cuenta de que su afirmación es falsa y que no tienen razón, debe parecer, sin embargo, como si fuese lo contrario. El interés por la verdad, que por lo general muy bien pudo ser el único motivo al formular la supuesta tesis verdadera, se inclina ahora del todo al interés de la vanidad: lo verdadero debe parecer falso y lo falso verdadero." (Arthur Schopenhauer, Dialéctica erística o el arte de tener razón).

sábado, 23 de noviembre de 2013

Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua
 Julio Cortázar (Rayuela)

 

jueves, 14 de noviembre de 2013

El Halloween de tu vida

[Esta entrada contiene un spoiler de Life of Pi].


Una persona me dijo, haciendo referencia a la película "La vida de Pi", "...y no entiendes qué pasa hasta que no llegas casi al final". Pi cuenta a dos funcionarios japoneses la historia de un viaje maravilloso y lleno de aventuras que comienza en una barca con un orangután, una cebra, una hiena y un tigre. Los funcionarios que lo escuchan no dan crédito a esta narración.  Pi relata entonces una historia que tiene paralelismo con la de los animales. Su madre (el orangután) y un marinero (la cebra) son asesinados a mano de un cocinero que va en el bote (la hiena) para usarlos como anzuelo. El tigre es el propio Pi. Esta historia de brutalidad humana parece más creíble. Un tiempo después de verla, recordé la frase que me habían dicho. Claramente, esa persona se había quedado con la versión violenta. 


Las conclusiones a las que llegué después de pensar en esto fueron dos. La primera es lo que ya ha surgido en otras muchas conversaciones: la, cada vez mayor, aceptación de la brutalidad. Yo no sé si como decías Hobbes "El hombre es un lobo para el hombre", pero es claro que cuando algo se convierte en rutinario nos parece normal. Así, el  bombardeo diario de noticias e imágenes (ya disponibles en HD) de horror, muerte y violencia, ya no tienen el mismo efecto. Lo segundo que pensé es que además por lo anterior, las historias de "horrores" son las que parece que más nos gustan y las que antes aceptamos. Extrapolado a nuestro día a día, la tragedia está servida. Es triste, o más aún, desolador, que cuando no encontramos las respuestas a los porqués de nuestra vida, cuando podría ser cualquier cosa, la elección, "the chosen one" del abanico de posibilidades mentales que imaginamos, tiene una carga trágica. Un flaco favor el que nos hacemos puesto que la angustia, decepción o resignación, entre otros, a la que va asociado esto no hace más que miremos la felicidad de soslayo y nunca la vivamos con intensidad.

¿No es hora de vivir la vida sin drama?
—Les he contado dos historias que dan cuenta de los doscientos veintisiete días transcurridos.
—Efectivamente.
—Ninguna de ellas explican por qué se hundió el Tsimtsum.
—Así es.
—Ninguna de las historias cuentan hechos que afecten a su informe.
—Correcto.
—No pueden demostrar cuál de las dos es la verdadera. Tendrán que confiar en mi palabra.
—Supongo que sí.
—En ambas historias, el buque se hunde, mi familia entera muere y yo sufro.
—Sí, es cierto.
—Así que díganme, ya que los hechos no van a afectar a su informe y, de cualquier forma, no pueden demostrar cuál de ellas es verdad, ¿cuál de las dos historias les ha gustado más? ¿Cuál les parece la historia preferible, la historia con animales o la historia sin animales?


(Yann Martel, La vida de Pi).

domingo, 3 de noviembre de 2013

Frankly, my dear, I don't give a damn.


Así le contestaba Rhett a Scarlett en la película “Gone with the Wind” (“Lo que el viento se llevó”) cuando ella entre lágrimas por su marcha le dice “Where shall I go? What shall I do?” La pobre de Scarlett… ¿o no? Viendo el análisis que hace el psicólogo catalán Xavier Guix sobre los típicos perfiles de controladores, Scarlett no es más que una chantajista emocional que pretende hacer responsable a Rhett del devenir de su vida. Así que lo mejor que podría haber hecho éste es salir sin mirar siquiera hacia atrás.

Dejando a un lado lo cinematográfico del asunto, no deja de ser esto un marco de la realidad bastante alarmante. Scarlett, no representa más que la persona que se va olvidando de sí misma, que se desvive – deja de vivir – por los demás. De esto es una importante responsable la inseguridad, la que por cierto es cada vez más una norma que una excepción en las personas. El motivo de este porqué puede ser ampliamente discutido, pero mi opinión es que estamos viviendo en lo que proyectamos hacia fuera y no hacia dentro, en el “estar” en vez del “ser”. Buscamos la aprobación o la negación de nuestras acciones, sentimientos, circunstancias, etc. fuera de nosotros y vamos cediendo en ellos el control de nuestras vidas. Nos vamos convirtiendo en perfectos desconocidos ante el espejo y ¿cuándo lo desconocido nos transmite seguridad?
Siguiendo con Scarlett, ella no es capaz de reorientar la pregunta a “Where do I want to go? What do I want to do?” sino que prefiere dirigir todo su potencial a cómo hacer cambiar lo externo. Una frase de Walter Riso dice “La sabiduría de la felicidad es distinguir lo inevitable de lo evitable, lo que está bajo mi control y lo que escapa a él”. No podemos controlar la mayoría de las situaciones que nos acontecen, pero sí podemos controlar cómo éstas nos afectan. Para eso es necesario hacer reiteradas inmersiones introspectivas en las que ese desconocido del espejo se vaya haciendo amigo y en la que vayamos recuperando el control de nuestras vidas. Sólo entonces, perdonaremos a Rhett.

¿No es hora de reconocernos?


“En el intento de llegar a todas partes vamos dejándonos la piel, sufrimos. Son tantas las cosas que debemos controlar y, añado “hacer bien”, cuando no “a la perfección”, que no tardan en aparecer los miedos a no poder, a no llegar, a morir en el intento. Si el miedo es el sentimiento de fondo, las obsesiones y las exigencias son la marabunta que ruge en la mente. Entre tanto barullo se hace imposible oír la queja del alma que implora un poco de paz y de tranquilidad.” (Xavier Guix, Descontrólate)

martes, 22 de octubre de 2013

Mens sana in corpore sano

Hoy os traigo un enlace con aditivos que mejor plantearse si los queremos en otros alimentos. Además, la página trae mucha más información y recetas. 
Si os gusta cocinar y/o sois curiosos, os la recomiendo!

http://www.onegreenplanet.org/natural-health/10-scary-food-additives-you-should-avoid/



"Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina"
(Hipócrates)

domingo, 29 de septiembre de 2013

“Quien tiene la información, tiene el poder”


O lo que es lo mismo: “quien tiene la atención, tiene el poder”. 
Información es in-formar es decir, formar dentro: crear y desarrollar tus intereses en los que tu atención se centra.  Aquellos que pueden modelar tu “forma”, pueden orientar tu atención. Atender es, una manera de dirigir la información, hacia dónde va a tender tu pensamiento.


La realidad, tal y como decía el psicoanalista José Luis Parise, no  tiene nada que ver con lo que estás viendo sino dónde pones tu atención. Ésta, la dirigimos según un discurso, un enunciado, una información. El cambio de discurso, cambia dónde pones la atención y por tanto, la realidad que experimentas porque seleccionas sólo aquello en lo que estás interesado; y esa va a ser tu verdad. Esto se ha puesto de manifiesto en varias ocasiones, como por ejemplo en el experimento de los psicólogos  Daniel Simons y Christopher Chabris que os invito a hacer:




Ante esto, no debería extrañar que tu atención sea algo tan deseado. Pierdes el poder de decidir qué verdad quieres que haya en tu vida para someterte a la que otros quieren que haya; y la mejor manera de que ni te plantees esto es estar bajo el influjo de sentimientos como angustia, miedo, inseguridad, ansiedad… Todo lo que parece rodearnos hoy en día. Como decía Goethe en  su obra Fausto: Vi Veri Veniversum Vivus Vici ( Por el poder de la verdad, yo, estando vivo, he conquistado el universo).


¿No es hora de recuperar tu poder? 
“… ¿O existe, por el contrario, un estado de libertad positiva en el que el individuo vive como yo independiente sin hallarse aislado, sino unido al mundo, a los demás hombres, a la naturaleza? Creemos que la contestación es positiva, que el proceso del desarrollo de la libertad no constituye un círculo vicioso, y que el hombre puede ser libre sin hallarse solo; crítico, sin henchirse de dudas; independiente, sin dejar de formar parte integrante de la humanidad. Esta libertad puede ser alcanzada realizando su yo, siendo lo que realmente es”.
(Erich Fromm, El miedo a la libertad)

lunes, 23 de septiembre de 2013

Vive con emoción.

Gregg Braden, en su libro “El efecto Isaías” habla de la importancia del pensamiento, la emoción y el sentimiento. La emoción no es más que la dualidad “amor” y aquello que consideremos contrario al amor – entendiendo amor como algo más amplio a lo que habitualmente estamos acostumbrados – y es lo que motiva nuestras acciones. El pensamiento, es lo que nos permite gestionar esas emociones; dirige nuestra atención hacia aquello que nos produce emoción. El sentimiento, es la confluencia de estos dos elementos. A partir de qué nos ha motivado y cómo lo hemos dirigido se generan estos.

Esta manera de entender “nuestro ser”, no es muy distinta a la que proponía, desde otro punto de vista, el neurocientífico Paul Maclean, quien realiza la “teoría del cerebro triuno” – dicha teoría fue formulada anteriormente por el psicólogo alemán Franz Brentano. Dicha teoría, sugiere que existen tres cerebros en uno: el reptiliano, el límbico y el neocórtex, relacionados respectivamente con el hacer, el sentir y el razonar.

Actualmente, personajes como Claudio Naranjo, Doctor en Medicina por la Universidad de Chile, promueven cambios en el sistema educativo relacionados con el equilibrio entre estas partes que nos conforman. Para él, la crisis de la sociedad viene por el estancamiento en la mente patriarcal: una mente insensible y llevada puramente por la razón. Cito textualmente, una “tiranía de la razón sobre la emoción y el placer instintivo”.


Lo que para mí es claro, es que desde niños aprehendemos aquellas cosas que despiertan en nosotros la emoción. Éstas, las canalizamos y generan un sentimiento. Las cosas que vivimos de esta manera pocas veces las olvidamos y son nuestra esencia. “La letra con sangre entra” tal y como pintó Goya, se ha convertido en el estandarte de nuestras vidas, en todos sus campos. Nos movemos en un torrente de sinsentido, una obediencia compulsiva y, por supuesto, la tristeza de no reconocernos a nosotros mismos.

¿No es hora de ponerle emoción a tu vida?



 “En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes perecieron. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero, si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante de este mundo”.
(Friedrich Nietzsche, Sobre la verdad y mentira en sentido extramoral).